Comentamos algunos aspectos interesantes
de la guía de consenso sobre el manejo
nutricional del paciente con cáncer de cabeza y cuello en Reino Unido.
Nutritional
management in head and neck cáncer: United Kingdom National Multidisciplinary
Guidelines
B Talwar, R
Donnelly, R Skelly, M Donaldson
The Journal
of Laryngology and Otology 2016, 130
(Suppl. S2), S32-S40.
Comentario
En esta guía se establecen una serie de
recomendaciones para el manejo nutricional de los pacientes con cáncer de
cabeza y cuello.
La pérdida de un 10% de peso o
mayor en los seis meses previos es un dato sencillo de recoger en la historia
clínica y constituye un síntoma de alarma para considerar la posibilidad de
malnutrición. La malnutrición lleva asociada un aumento de la morbilidad que
resumimos:
- Incremento del riesgo de infección.
- Retraso en la cicatrización.
- Afectación de la función cardíaca y
respiratoria.
- Debilidad muscular.
- Depresión.
- Resultados peores en el cuestionario
de calidad de vida.
- Incremento de las complicaciones
posquirúrgicas.
- Respuesta menor a la quimioterapia y
radioterapia.
- Incremento de la tasa de mortalidad.
Desde un punto de vista general
las necesidades energéticas en pacientes con cáncer se estiman en 30
kcal/kg/día y 1,2 g de proteína /kg/día. Estos cálculos sufren cambios en
pacientes con obesidad mórbida, malnutridos o en pacientes quirúrgicos.
Centraremos
las recomendaciones nutricionales en pacientes que serán intervenidos
quirúrgicamente como parte del manejo terapéutico.
Las indicaciones para iniciar
un soporte nutricional preoperatorio son las siguientes:
- Pérdida de peso >10-15% en 6 meses.
- Indice de masa corporal < 18,5
kg/m2.
- Albúmina en suero < 30 g/l.
- Dificultad de
mantener la ingesta por encima del 60 por ciento recomendada durante más
de 10 días.
En estos pacientes se indica
soporte nutricional durante 10-14 días previos a la cirugía. Incluso sea
conseja en ocasiones utilizar nutrición
enteral si existe dificultad con la nutrición por vía oral. Se recomienda una
dieta rica en carbohidratos. Con respecto a la utilización de alimentos
inmunomoduladores que contienen aminoácidos, nucleótidos y lípidos, no existe
evidencia de beneficios preoperatorios. Existen algunos estudios preliminares sobre
el soporte nutricional enriquecido con N-3 y su impacto en mejorar los
resultados nutricionales de peso, masa corporal, reducción de infecciones
posoperatorioas y estancia hospitalaria.
Durante el posoperatorio de una laringectomía se recomienda iniciar la alimentación dentro
de las primeras 24 horas posterior a la cirugía.
El soporte de
nutrición enteral mediante gastrostomía es recomendada en pacientes con
previsión de mantenimiento de sonda de alimentación durante más
de cuatro semanas.
Las recomendaciones también incluyen algunas puntualizaciones sobre la
alimentación en caso de lesión del ductus torácico y salida de linfa a
través de la herida cervical. Los
autores recuerdan que es una eventualidad rara con una incidencia de 1-2% en los
vaciamientos cervicales radicales y que el diagnóstico de linfa se produce
cuando el nivel de triglicéridos es > 110 mg/dl en el fluido cervical. A pesar de la inexistencia de un consenso generalizado ante esta
eventualidad, se recomienda nutrición libre de componentes grasos o utilizar
triglicéridos de cadena media. En algún caso con un volumen superior a 1000 ml
puede considerarse la posibilidad de nutrición parenteral. Si la cifra es <
50 mg/dl se descarta que el fluido corresponda a linfa a menos que el paciente
este malnutrido inicialmente.
El impacto en la
calidad de vida se mide por los cuestionarios validados específicos de
pacientes con cáncer de cabeza y cuello en relación con la posibilidad de comer
y beber . No existe un apartado específico en estos cuestionarios que relacione el estado nutricional y el
soporte nutricional aportado con la
calidad de vida percibida.
Por último comentar
el concepto de síndrome de realimentación por ser poco
conocido. Consiste en las alteraciones
metabólicas que se producen como resultado de la reintroducción de la nutrición
en pacientes con severa malnutrición. El principal hallazgo es la
hipofosfatemia aunque puede acompañarse
también de niveles de sodio alterados, déficit de tiamina, hipomagnesemia, hipopotasemia
y cambios en los niveles de proteína y glucosa. En pacientes donde existe dicho
síndrome es necesario antes de inicial la alimentación administrar tiamina
oral, vitamina B y complejos vitamínicos. Posteriormente se comenzará con
cantidades pequeñas (0.0418Mj/kg/día)
con un aumento suave progresivo.
Podéis encontrar el articulo original a través de la Biblioteca del SAS.
Artículo seleccionado y comentado
por Dra. Eulalia Porras.
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