Hace 150 años, el 31 de diciembre de 1873 Billroth realizó la primera laringectomía total.
En noviembre de 1873 ingresa en la clínica de Billroth un paciente, profesor de religión de 36 años, que sufría disfonía desde hacía tres años y que había estado tratándose de un tumor subglótico con cauterizaciones de nitrato de plata e inyecciones de hierro. Billroth practicó una laringofisura con sección de cricoides y tiroides, extirpando el tumor con cureta y tijera curva. El tumor recidiva en muy poco tiempo.
El 31 de diciembre Billroth decide repetir una
operación muy similar y, tras haber dormido al paciente con cloroformo y
abierta la laringe, comprueba que la lesión es incompatible con cualquier
extirpación parcial, por lo que manda despertar al paciente para pedirle
permiso para una laringectomía total. Con la traqueotomía practicada,
sangrando, tosiendo y medio inconsciente, el paciente asiente y la proximidad
de la Nochevieja no interrumpe la intervención. Se vuelve a dormir al paciente
y Billroth amplía la incisión vertical hasta el hioides, separando a ambos
lados los tejidos blandos. Se usó una cánula de Trendelenburg de caucho
vulcanizado con taponamiento muy parecido a los de las cánulas actuales. La
laringe se extirpó de abajo hacia arriba incluyendo dos anillos traqueales
dejando parte de la epiglotis y el hioides porque le pareció que no estaba
invadida. Se dieron unos puntos de aproximación en hipofaringe, dejando una
gran brecha faríngea. A las 4 horas se presentó una hemorragia de una arteria laríngea,
que fue ligada con dificultad por la expectoración y agitación del paciente. El
paciente muere por recidiva a los 7 meses de la intervención.
Billroth inicialmente pensó que cerrando completamente la faringe impediría el paso de saliva y alimentos a traquea y extrajo dos consecuencias importantes, la primera que hubiera sido preferible haber realizado la laringectomía en un estadio más precoz y en segundo lugar que para evitar la recurrencia se debió haber extirpado la epiglotis con el resto de la laringe. Estos conceptos siguen plenamente vigentes, el diagnóstico precoz de los tumores como la mejor forma de aumentar la supervivencia y el margen de seguridad en la extirpación tumoral imprescindible para evitar la recidiva.